MÚSICA Y SAN VALENTÍN
BEATRIZ DE DÍA
Dicha condesa, esposa del Conde de Dia, llamado Guillermo I de Poitiers y cuyo reino aparece al sureste de Francia, nació, parece ser sobre el año 1140. Se tiene poca información, pero parece ser que le dedicó una serie de piezas musicales (4 poemas) a su amante. No se escondió y no se sabe si fue correspondida. Su historia aparece en el siguiente enlace.
BIEIRIS DE ROMANS
De esta trovairitz se tiene poca información, tan solo aparece citada en un manuscrito donde aparece su poema. Bieiris se sitúa en el siglo XIII y el texto que aparece es un poema que se lo dedica a otra mujer siendo así, la primera manifestación musical de amor entre mujeres, concretamente a María (no pone nada más).
Hay muchas teorías, entre ellas que realmente, el texto fuera compuesto por un hombre o que fuera dedicado a la Virgen María.
AMADA INMORTAL
Uno de los misterios más famosos de la historia de la música es la amada inmortal de Beethoven, que incluso, tiene una película. Solo se sabe que está fechada un 6 de julio, pero no se sabe el año y se encontró en su casa tras su muerte, por lo tanto, no la llegó a enviar. El texto es el siguiente:
Una de las teorías prácticamente concluyente es el año de escritura y parece que fue en 1812, debido a que diversos análisis del papel coinciden con otros manuscritos y obras donde se usa el mismo tipo.
La cuestión es que esta amada inmortal no tiene nombre y no se sabe quien puede ser, aunque existen diversas teorías. Las candidatas son Josefina Brunsvik, ya que en otras cartas la llama "ángel", "mi todo" y se llegó a referir a ella como "amada inmortal". Una de las piezas que le dedicó fue el siguiente Minuetto.
Otra de las candidatas en Antonie Brenatano, mujer que conoció a Beethoven en 1812, casada por aquel entonces por el comerciante Franz Brentano, que para esa fecha, estaban planeando una separación. Beethoven llegó a componer una pieza musical para una de sus seis hijas.
Hay más candidatas, pero las más acertadas parecen estas dos.
CLARA SCHUMANN
Brahms llegó a escribir a un amigo: Creo que no la respeto y admiro tanto como la amo y soy presa de su hechizo. A menudo debo contenerme con fuerza para no rodearla en brazos en silencio e incluso no sé, me parece tan natural que ella no lo notaría tan mal.
A ella le escribió: Mi querida Clara, desearía poder escribirte tan tiernamente como te amo. Eres tan infinitamente querida para mi que no puedo expresarlo con palabras. Desearía llamarte mi querida y muchos otros nombres, sin dejar de adorarte.